miércoles, 12 de noviembre de 2008

tipos de vampiros




El club de Drácula:


Desde que salió la primera película de Drácula, hasta el día de hoy hay personas (y cineastas) que juran que un vampiro está obligado a usar un uniforme consistente en smoking, una medallita y capa, que en el peor de los casos es igual a la capa de Batman. Este es el “protomodelo” que evolucionó en el vampiro fashion que viene a continuación. Ejemplos de este tipo: Drácula de Todd Browning y el jefe vampiro Lothos en la película Buffy la Cazavampiros.


Los vampiros fashion:


Para ellos el vampirismo es la mejor bendición que les pudo caer, porque con los colmillos llegaron instantánea y automáticamente rejuvenecimiento de cutis, ojos azules, peinados hechos con Tresemmé y trajes Armani o Versace. Chupan sangre, pero son glamorosos, lindos, finos y… ejem, algo mijitas. Ejemplos de esta raza son todos los vampiros de la escritora Anne Rice (con el ejemplo más patente: la película Entrevista con el Vampiro, donde a la niñita ésa hasta se le hicieron rulitos mientras le salían los colmillos) y los de las películas de Blade.


Los vampiros inofensivos:


Son los de las comedias, que supuestamente por ser vampiros son criaturas de temer, pero al final no salvan a nadie y en varios casos son amiguis del protagonista. Ejemplos: los ridículos chupasangres de la película de Buffy, el Drácula de Amor al Primer Mordisco y ese horror llamado El Pequeño Vampiro.


Los vampiros mágicos:


A ellos, junto con los colmillos les llegaron poderes mágicos como la metamorfosis, el vuelo, visión nocturna y teleportación, con lo que más parecen personajes de Héroes o Liga de la Justicia que otra cosa. Podríamos decir que son los más cool de todos porque si te aburres de chupar sangre puedes salir a volar por la ciudad sin pagar autopistas o entrar a las fiestas sin pagar. Ejemplos: Drácula de Coppola y Mina Harker en La Liga Extraordinaria.


Los vampiros monstruos:


Son el polo opuesto de los vampiros fashion, feos, rudos y espantosos. Estos sí que dan miedo y nadie los quiere cerca. Los describen en Vampiros de John Carpenter: “Primero que todo, no son románticos. No son un montón de maricas en trajes formales arrendados seduciendo a todo el mundo usando acento europeo. Olvide las películas, no se transforman en murciélagos, las cruces no funcionan y el ajo no sirve para nada. Y no duermen en ataúdes forrados de tafetán”. No, estos monstruos no tienen nada de glamorosos y son la peor cara del vampirismo, los que realmente dan terror. Ejemplos clave: los de la ya mencionada Vampiros, los reapers de Blade II y, hasta cierto punto, los de las series de TV Buffy y Angel.